domingo, 4 de noviembre de 2012

Capítulo 1. (Cuarta parte)

Bajamos las escaleras en silencio. De vez en cuando, me giraba y observaba su pálida piel y sus ojos marrón chocolate.
-¡Mamá, aquí está!-dije al llegar abajo.
-¡James!-exclamó ella.
-Cariño-dijo él, sonriendo-. Hola, Ginny.
-Hola, papá -contestó ella.
 Ya estábamos todos en el salón. Sólo quedaban los regalos de mi padre por abrir.
 Se acercó al gran árbol y los fue abriendo uno a uno, construyendo una gran masa de papel de envoltorio gris a su lado.
 Cuando hubo terminado, recopilamos los regalos de los cuatro en una esquina, formando una pirámide.
-¡Qué tarde es! -exclamó mi madre-. Anna, tus tíos vienen dentro de una hora y media. Dúchate y cámbiate. Arréglate un poco. Tú también, Ginny.
 Asentimos y subimos juntas las escaleras hasta el segundo piso. Entramos en nuestra habitación y cada una escogió la ropa que llevaría.
 Me decidí por unos vaqueros largos negros y una camiseta de tirantes dorada, que resaltaba mi cabello rojo como el fuego y mis ojos verde mar. Entré en mi cuarto de baño y me duché todo lo rápido que pude.
 Salí de la ducha y me envolví el pelo con una toalla pequeña. Cogí mi albornoz y me sequé con él el cuerpo. Me vestí y me recogí el cabello con una diadema del mismo color que la camiseta. Salí del cuarto de baño.
 Mi hermana no había terminado aún. Ella siempre tardaba más en arreglarse.
 Abrí un cajón de la cómoda de madera que había en una esquina de la habitación y saqué unas sandalias doradas, también.
 Decidí no maquillarme. Bajé corriendo las escaleras hasta el salón y me encontré con mis padres.

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