lunes, 12 de noviembre de 2012

Capítulo 3. (Segunda parte)

Rápidamente, me vestí. Me recogí el cabello con una trenza y salí de mi habitación. Bajé al salón, donde me esperaban ya mis padres. Faltaba solo mi hermana. Miré el reloj. Para cuando nos fuéramos, la mitad de los restaurantes estarían llenos. 
 Al cabo de diez minutos, bajó por fin mi hermana, vestida con una falta rosa salmón y una camiseta blanca.
 Salimos de casa y cogimos el coche, dirigiéndonos a un restaurante del centro.
 Llegamos al restaurante y cogimos una mesa situada hacia el centro del salón, la única libre. Pedimos la cena y esperamos a que la trajesen. 
 Conversamos alegremente durante toda la velada, cuando anuncié que iba a los servicios.
-No tardes, Anna -dijo Ginny-. Falta poco para las campanadas.
 Me levanté y fui al servicio. Me lavé las manos y me limpié con agua la cara, despejándome. Empezaba a estar cansada. Me sequé y abrí la puerta para irme. 
 Al abrirla, chocó contra algo. Oí un golpe seguido de un gruñido de dolor.
-¡Lo siento! -dije, aunque no había nadie.
-No pasa nada, tranquila -contestó alguien, un chico.
 Entonces, apareció de detrás de la puerta. Un chico de unos diecisiete años, de metro ochenta, más o menos. Era guapo: su pelo negro resaltaba sus grandes ojos verdes. Tenía la piel planca, como la mía.
-¿Estás bien? -pregunté, alarmada.
-Claro -dijo, sonriendo. Era muy guapo-. ¿Y tú?
-¿Yo? -pregunté, confusa, frunciendo el ceño-. ¿Por qué iba a estar mal?
 Se encogió de hombros.
-Me llamo Jack -dijo, de nuevo sonriendo.
-Y yo Annabeth, pero puedes llamarme Anna. Si quieres.
-Entonces, ¿piensas que nos vamos a ver más?
 Mierda.
 Me ruboricé, por supuesto.
-No lo sé. Por si acaso -dije, encongiéndome de hombros -. Bueno, me están esperando. Adiós.
 Sonreí, y me fui.

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