A la mañana siguiente, me desperté llegado ya mediodía, por lo que decidí saltarme el desayuno. Bajé las escaleras y encontré a mi madre y a Ginny preparando la comida.
-¡Hombre, aquí está la Bella Durmiente! -dijo mi madre al verme-. ¿Cómo has dormido?
-Estupendo. ¿Dónde está papá?
-Acaba de salir. Ha ido a casa de un amigo a dejar unas cosas.
Asentí. Llené un vaso de agua y me lo bebí de un trago.
-¿Cuánto tardará?
-No lo sé, hija. ¿Por qué lo dije?
-Tengo hambre. ¿Le vamos a esperar?
-No -dijo ella-, me ha dicho que se queda allí a comer.
Asentí de nuevo. Metí el vaso en el lavavajillas y subí a mi habitación.
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